Un sobrecogedor silencio sepulcral
Jaime ha embarcado en dirección a la isla donde se paraliza la vida, a pesar de las advertencias de Maruja. El calor de la mañana es insoportable. De repente, a eso de una escasa milla, aparece el farallón descrito por Maruja. Jaime aún no lo sabe, pero su mente pragmática va a enfrentarse a un sobrecogedor silencio sepulcral, y a una magia extraña.